Estamos viviendo tiempos convulsos. La invasión de Ucrania por parte de Rusia nos ha puesto frente a una realidad que, hasta ahora, el mundo occidental no había vivido desde la II Guerra Mundial: una gran guerra en Europa.
La proximidad del conflicto, junto con las imprevisibles consecuencias del mismo, hace que, prácticamente, todos los medios de comunicación estén informando a diario (y casi minuto a minuto) de lo ocurre en Ucrania.
Los niños no son ajenos a este bombardeo de información. Para ellos (incluso para nosotros, los adultos) es algo nuevo y de difícil comprensión. Es inevitable que sientan miedo ante las aterradoras imágenes que ofrecen las televisiones o los testimonios tan duros que se escuchan por la radio.
Por lo que nos sacuden a preguntas para, además de satisfacer su naturaleza curiosa, encontrar respuestas tranquilizadoras, intentar comprender o anticiparse a posibles escenarios.
Preguntas del tipo: “¿Y por qué lo han hecho?”, “¿Qué va a pasar ahora”, «¿Nos puede pasar a nosotros?» o “¿Y ahora donde vivirán esas familias?” forman parte de nuestros hogares en estos momentos.
Cómo hablar a los niños de la guerra
Según un artículo publicado por la Cadena SER, Carlota Pérez Sancho, directora del grado en pedagogía de UNIR, lo tiene claro. «Un profundo sí a hablar de la guerra a los niños y hacerlo de manera proactiva».
Apunta que los padres deberíamos preguntar sobre lo que saben del conflicto. Ellos, gracias a la influencia de películas y videojuegos, pueden llegar a tener una visión distorsionada de lo que es en realidad un conflicto bélico. Así, en función a su edad, podremos explicarles lo que está sucediendo y las consecuencias reales que conllevan una guerra para la gente que lo vive en primera persona.
Recomienda, además, que los menores eviten ver imágenes explícitas de la guerra en televisión. Los informativos están editados para ser vistos por adultos y las imágenes que se emiten: «son a veces muy crudas y pueden crear una ansiedad perjudicial para estas edades”
Carlota sí apuesta por aprovechar la situación y explicarles a nuestros hijos la cantidad de personas e iniciativas que se han puesto en marcha para ayudar a los desplazados por culpa del conflicto y cómo poder aportar nuestro pequeño grano de arena.